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Para muchas personas en busca de empleo, la creación de una empresa propia puede ser una alternativa. Mucho se ha dicho sobre que este tiempo de crisis, tiene que verse como un periodo de oportunidad y crecimiento, y ya sea por haber sido despedidos de otra empresa o por acceder por primera al mercado de trabajo, pudiera ser ahora el momento de plantearnos el reto de montar nuestra propia empresa.
Aunque la puesta en marcha de una idea de negocio pueda resultar a veces una carrera de obstáculos, estos ahora se han simplificado, precisamente para favorecer el autoempleo como una alternativa para disminuir la alta tasa de paro.
Casi el 90% de las empresas creadas son microempresas, desde 1 hasta 9 empleados. Las más comunes son las sociedades limitadas y los empresarios individuales. También se puede constituir sociedades anónimas, que suponen el 10 % de las creadas, las sociedades laborales y las sociedades civiles o Comunidad de Bienes.
El perfil del emprendedor es el de una persona de entre 25 y 45 años, con estudios universitarios de titulación media o superior, de talante innovador e interesado por la conservación del medioambiente. Aunque la mayor parte de los emprendedores continúan siendo personas jóvenes que han terminado recientemente sus estudios, también está surgiendo la figura del emprendedor de más edad que quiere establecerse por su cuenta o derivar su negocio en otra nueva fórmula empresarial.
Casi la mitad de los emprendedores españoles tiene menos de 35 años. Por tramos de edad, el 38 % tiene entre 25 y 34 años y un 8 % se encuentra entre los 18 y 24 años. Seis de cada diez emprendedores son hombres.
A la hora de llevar a cabo la creación de tu propia empresa, hay una serie de cuestiones que no puedes obviar ni pasar por alto, cuestiones como ¿Qué es lo que quieres hacer?, ¿Quién va a formar parte de tu proyecto?, ¿Dónde vas a establecer la empresa?, ¿A quién le vamos a vender nuestro producto o servicio?, ¿Cuánto vamos a invertir en el negocio y cuales son los resultados que esperamos obtener?... Puesto que no es un tema que deba tomarse a la ligera, necesita de una cuidadosa planificación a todos los niveles.
Existen una gran variedad de opciones, las cuales, lógicamente tienen ventajas e inconvenientes. Se puede iniciar un negocio “desde cero”, con la ventaja de tener la libertad de ser creativo e innovador, tomar sus propias decisiones…, sin embargo, es una idea desarrollada en solitario desde la creación del nombre hasta la promoción del negocio.
Otra opción es comprar un negocio ya establecido, con la ventaja de contar con una infraestructura, una cartera de clientes y un nombre ya reconocido. Es una opción algo menos arriesgada que iniciar su propio negocio.
Por otro lado existe la opción de adquirir una franquicia, en donde se reducen los riesgos y se recibe el apoyo de una organización mayor. El trabajo preliminar ya está hecho, la infraestructura está establecida, así como la línea de productos. La estrategia de mercadotecnia ya he sido desarrollada. Muchas veces, ya se cuenta con una base de clientes, y por lo general existe un buen reconocimiento del nombre. La persona que otorga la franquicia brinda, por lo general, asistencia en la administración y puede ofrecer apoyo financiero. Los recursos de muchas franquicias permiten fuertes oportunidades de promoción y gran poder de compra.
Toda franquicia permite menos libertad que un negocio independiente. Existen gran cantidad de reglas y procedimientos a seguir. Los honorarios iniciales de la franquicia pueden ser muy altos. Se corre con los gastos del emplazamiento inicial, costos operacionales y regalías, así como otros pagos al dueño de la franquicia.
Una buena planificación, una buena idea, un buen asesoramiento y mucha motivación, ilusión y esfuerzo pueden ser las únicas herramientas necesarias a la hora de crear su propio negocio.